domingo, 7 de marzo de 2021

Ni machista ni feminista

 Cuesta admitir que eres machista y es aún más difícil aceptar que el machismo te acompañará toda la vida. En un momento histórico donde la igualdad lucha por imponerse a la primacía de tan solo la mitad de la humanidad, esta palabra se ha convertido en uno de los mayores tabúes de la sociedad. Pero seamos francos, hemos sido educados en un sistema donde los micromachismos se dicen sin pensar y donde las mujeres todavía son el sexo débil.

“Yo no soy machista ni feminista, yo creo en la igualdad”. Creo que nuestro problema se remonta a los inicios, pero no históricos sino lingüísticos. Debemos aclarar algunos conceptos básicos para que todo empiece a cobrar sentido. Primero de todo, el feminismo no es lo contrario del machismo, es un movimiento que persigue la igualdad de derechos y condiciones entre el hombre y la mujer. Y dicho esto, ¿sigues estando seguro de que no eres feminista y tampoco machista?

“Pero, ¿cómo voy a ser machista yo?, si hasta ayudo a mi mujer en casa”. No sabía que la casa era solo de tu mujer y que tú eres un simple invitado. Tal vez si hay que limpiar, no sea un asunto solo suyo y que ayudar no sea el término adecuado, podríamos sustituirlo por colaborar equitativamente. Porque el manual de la perfecta casada se quedó obsoleto hace mucho tiempo.

“Pero qué exageradas que sois, ¿es que no sabéis lo que es una broma?” Claro que sabemos lo que es una broma, el problema de ellas es que siempre tienen una parte de verdad y eso de putas…Y por mucho que te cueste creerlo, no, hoy no estamos con la regla.

“No, si yo aunque haga bromas machistas, respeto mucho a las mujeres”. Creo que el respeto no se basa solo en palabras amables de vez en cuando, en regalos o en abrirle la puerta a la dama para que salga primero. Es una cuestión de igualdad, de no considerarse un ser superior y de entender que en esta sociedad no solo es importante la opinión de la mitad, porque sin la otra media, el mundo se para.

“Mujer tenía que ser”, “mujer al volante, peligro constante”. Dícese de aquel comentario empleado principalmente en accidentes automovilísticos provocados por mujeres, aunque su uso se puede ampliar para cualquier ámbito tanto laboral como personal. Y sí, mujeres teníamos que ser, mujeres cansadas de comentarios que solo favorecen a ampliar esa desigualdad que quieren hacernos creer que solucionamos hace mucho tiempo y a aumentar los prejuicios de una sociedad donde las apariencias lo son todo.

Porque si lo que queréis es guerra, vamos a pelear como niñas.

 

                                                                       Nuria Lozano Lozano y Teresa Gento Padilla 2º Bach B