A la Representación de la RAE,
16/03/1919
Madrid, España.
A la
muy ilustrísima Real Academia Española:
Nunca
fui falta en modales estimados pertenecientes a la RAE, y si, digo estimados,
ya que por ahora vuestras puertas se encuentran cerradas ante cualquier figura
femenina, por muy buena calidad literaria que presente. No obstante, al
contrario que ustedes, y hablo en general, comenzaré deseándoles un grato
saludo.
Me
gustaría hacerles conocedores de mi opinión acerca del reciente desplante que
ha recibido mi persona por parte de uno de sus miembros, ya no por su negativa
hacia mi propuesta para entrar en la RAE, sino por la gran falta de respeto y
de modales que he recibido. No me malinterpreten, a mí sus palabras no me
hieren, lo que no me cabe entender es como una institución de ese nivel y de
esa carga lingüística, contrapone los sexos antes que la inteligencia, lo que
demuestra su escasez de esta última y la atrasada mentalidad de sus
componentes.
Muchos
periódicos afirman que presento una de las personalidades más arrolladoras de
la literatura de este siglo. Me formé en la amplia biblioteca de mi padre,
perteneciente a las cortes y, sin elogiarme en demasía, hasta el momento llevo
una exitosa carrera literaria, además de haber sido recientemente nombrada
catedrática por la Universidad Central de Madrid.
Entre mis cualidades destaca mi curiosidad y
mi capacidad de liderazgo, así como la gran habilidad de mantener la serenidad
en los arduos momentos. Les cuento esto para que abran los ojos, si estas
cualidades que les estoy parafraseando las enunciase un hombre, no dudarían en
pensarse su incorporación. Dense cuenta, ser hombre o mujer no condiciona el
coeficiente intelectual. Aquí hallamos la prueba, precisamente cuando al
negarme el acceso, uno de los académicos me despreció utilizando palabras
impropias de alguien de su “alto nivel y prestigio”. No se preocupen, que dadas
las circunstancias creo que debo agradecerles su rechazo hacia mi persona.
Mejor
sola que mal acompañada, mejor fuera que dentro y oprimida, y antes de
despedirme me gustaría que les quedase clara una única cosa.
La
revolución está en camino, lo quieran o no, y llegará el día en el que las
mujeres dejemos ser despreciadas por motivos de sexualidad; llegará el día en
el que muchos oficios los dirija una mujer, y será ahí, cuando quizás muchas de
las personas como ustedes se queden sin empleo por prepotencia, aires de
superioridad y opresores. Ya no les valdrá el haber nacido hombres para tenerlo
todo más fácil, porque cuando se vean indefensos en un mundo en el que existe
la igualdad, en el que cada persona lucha por lo que quiere y tiene las mismas
posibilidades para estudiar, se darán cuenta de toda la parte femenina de la
población que hasta ahora no se ha tomado en cuenta y que consta de igual o
incluso más capacidad intelectual entre otras que todos ustedes.
Por
tanto, concluyo dándoles las gracias, porque les aseguro que pasaremos a la
historia, y que cuando en un futuro, una nueva generación mire hacia atrás,
sonría, dándose cuenta de que como bien dijo mi buen amigo Miguel de Unamuno,
ustedes podrán vencer, pero no convencer, porque vencer no es convencer,
imponer no es aceptar, por ahora venceréis porque tenéis los medios necesarios
y la ley de vuestro lado pero no convenceréis porque para convencer hay que
persuadir y les aseguro que ni lo habéis conseguido ni en un futuro lo haréis.
Atentamente,
Emilia
Pardo Bazán.
Texto creado por Nuria Lozano