domingo, 7 de marzo de 2021

¿A QUE NO HAY HUEVOS?

La sociedad influye de tal forma en el ser humano que él mismo puede ser la sociedad.

Seguramente todo el mundo haya sido testigo o víctima de tener que actuar en base a unos estereotipos adjudicados a un determinado factor. Una realidad es que el ser humano es un animal social, un ente que necesita ser aceptado por el resto y un personaje superficial.

Podemos afirmar que existen hombres y mujeres, pero no podemos asegurar lo mismo en cuanto a lo femenino y a lo masculino, tan solo que unos y otros tienen un rol que deshacerse de él, y es más complicado de lo que parece. Simone de Beauvoir decía: “Mujer no se nace, se hace”, refiriéndose a que es la sociedad y sus circunstancias lo que hace que una mujer se convierta en tal porque se le atribuye un papel que libremente o no, tiene que desempeñar. Esto no ocurre solo con las mujeres, sino que también se da en hombres.

¿Miento si digo que todos hemos actuado de una forma que no queríamos? Precisamente esto es lo que ocurre con la falsa masculinidad y feminidad porque, en ocasiones, hacemos ciertas cosas por imposición y que están ligadas a lo mencionado anteriormente. “¿A que no hay huevos?”, “Venga, actúa como una señorita”. Estas son algunas frases introductorias a unos estereotipos en los cuales nos vemos encasillados. Puede ser cierto, y esto es una cuestión más complicada de determinar y de afirmar, que los hombres y las mujeres tienen por naturaleza un comportamiento distinto, pero aquí hay que detenernos porque una cosa es nuestra parte natural y otra es nuestro lado cultural. En el primero es lógico que somos distintos puesto que partimos de una morfología distinta e incluso nos diferenciamos en algunas hormonas que influyen directamente en nuestra actitud. El problema se encuentra en lo cultural, porque es en esta faceta donde nos vemos privados de una libertad psicológica, muchas veces sin ser conscientes de ello. Desde mi punto de vista, veo bien que una persona manifieste la condición de ser hombre o mujer, esto es algo que no tiene que molestar a nadie y es un asunto personal e individual. Por el contrario, me repatean la cantidad de comentarios estúpidos que se pueden llegar a hacer relacionados con estos roles y esto como mejor se ve es con ejemplos y situaciones. ¿No hemos estado alguna vez con el grupete de amigos y llega ese momento en el que por alguna razón tenemos que transformarnos en súper hombres y demostrar algo que ni siquiera sabes qué es? Por ejemplo, algo muy tonto y sencillo. Estás caminando con tus colegas y por algún motivo que desconozco te encuentras con un salto de unos dos metros y pico, os paráis a pensar qué hacer porque no hay muchas alternativas y si queréis continuar tenéis que saltar o encontrar la forma de salvar dicho obstáculo.  Bien, posiblemente al que le hayan inculcado más el rol de “hombre” le diga a las chicas del grupo que se plantean saltar que no lo hagan porque se harán daño y este mismo individuo salta para demostrar su ego e impulsado por “¿A que no hay huevos?”. Al margen se encuentran las personas libres de estos roles y que en su “cobardía”, o sensatez, demuestran ser valientes porque actúan de forma contraria a lo que se espera de ellos. Con este ejemplo quiero escenificar lo que sería la sociedad de hoy en día, puesto que, en cuanto a los estereotipos, hay personas más o menos influenciables y posiblemente las personas libres, en este sentido, hayan recibido una educación que no les priva de libertad para deshacerse del trágico destino de ser un “caballero” o una “señorita”, por supuesto dichas las palabras entre comillas con tono sarcástico. Por tanto, las tornas deberían cambiar y deberíamos responder a estos estereotipos de la siguiente forma. ¿A que no hay huevos de actuar libremente, de desarrollar una personalidad propia, de ir en contra de la corriente de opiniones de la gente? ¿O es que acaso tenemos miedo de parecer débiles al verse quebrado ese halo de masculinidad que en realidad es débil? Fuerte es la masculinidad que uno lleva por dentro por el simple hecho de ser hombre, de igual modo con la feminidad de las mujeres, y que hace absolutamente lo que les da la gana sin que nadie las pare.

Para concluir, como siempre el camino correcto es una buena educación con principios de libertad, pero libertad de verdad, no de la que se pide sin haber un motivo muy vistoso, justicia y, sobre todo, respeto. Importante no olvidarte nunca quién eres, de tus valores y pensamientos, de tu moral y ética que te lleva a actuar y hablar de una forma con la que tú te sientes cómodo y tranquilo porque hay que tener muy claros los conceptos de individuo y sociedad, ya que son cosas totalmente distintas que a veces se contraponen.

                                                                                             Juan Francisco López Rojo. 2º Bach. A