La Administración tiene una responsabilidad ante
la violencia machista
Usted fue Directora del Instituto de la
Mujer de Castilla-La Mancha, ¿nos puede hablar de esa época y de su trabajo al
frente del Instituto?
Cuando Emiliano, el presidente de
Castilla-La Mancha, me trasladó que quería contar conmigo he de confesar que me
costó decidirme. Tras haber sido concejala de Guadalajara y diputada regional,
llevaba varios años fuera de la política, centrada en mi profesión como
trabajadora social. Pero, tras darle muchas vueltas, pensé que no podía decir
que no, que si desde el feminismo reivindicamos la presencia de las mujeres en
todas las esferas de la vida, incluida la del poder, cómo iba a rechazar la
oportunidad de intentar cambiar las cosas desde el Instituto de la Mujer, que
además iba a formar parte, nada más y nada menos, del Consejo de Gobierno.
Me siento muy, muy orgullosa de mi equipo,
formado por el funcionariado del Instituto de la Mujer (mayoritariamente femenino),
las trabajadoras y trabajadores de la red de recursos para la igualdad de
Castilla-La Mancha -como los centros de la mujer, casas de acogida, etc.-, mis
compañeras y compañeros del Consejo de Gobierno y cómo no, mi jefa de gabinete,
conductor y mis directoras provinciales, que en el caso de Albacete fue
Mercedes Márquez Alcantud. Quizá os parezca un lista un poco larga, pero
creedme, aunque todas y todos tenemos capacidades y talentos para alcanzar
ciertos logros, la satisfacción de trabajar en equipo y multiplicar las
probabilidades de llegar más lejos todas y todos juntos es, sencillamente,
increíble.
Así las cosas, tomar la decisión de
marcharme fue realmente difícil. Dejar a gente tan estupenda, alejarme de
proyectos en los que me sentía tan involucrada… pero una mis maestras, Amelia
Valcárcel, siempre dice que el feminismo es como una carrera de
relevos, en la que nos dejamos hasta el último resuello haciendo nuestro
recorrido, para luego entregar el testigo a quien nos sucede. Y así
avanza el feminismo desde hace unos trescientos años, con la vista siempre
hacia delante y un esfuerzo compartido para no retroceder. Yo sentí que ya
había cumplido una etapa, que no podía aferrarme a la seguridad del cargo y que
ahora me tocaba vivir otras experiencias igualmente intensas y, por supuesto,
siempre comprometidas con la igualdad entre mujeres y hombres.
Fruto de ese esfuerzo compartido que he
comentado, no exento de algún que otro disgusto del que mejor no hablar,
conseguimos aprobar una nueva Ley para una Sociedad Libre de Violencia
de Género y poner en marcha el II Plan Estratégico para la
Igualdad entre Mujeres y Hombres. Es muy difícil resumir todas las
actuaciones llevadas a cabo, pero aparte de las dos ya aludidas, me gustaría
destacar el Protocolo de actuación frente a la Mutilación Genital
Femenina, la recuperación de la Escuela de Pensamiento Feminista y
la apuesta por la investigación y la divulgación mediante líneas de
subvenciones específicas, la Enciclopedia virtual de las mujeres
ilustres de Castilla-La Mancha “Oliva Sabuco”, el impulso y visibilización de
la Biblioteca especializada “Luisa Sigea” y sus actividades
artísticas y culturales, la instauración del premio internacional
“Luisa de Medrano” y la Cátedra de Investigación “Isabel
Muñoz Caravaca”. También diseñamos e implementamos la Estrategia
para la Prevención, Sensibilización y Concienciación sobre la Violencia de
Género y la Promoción de la Igualdad, que englobaba un gran número de
actividades, entre las que se podrían señalar la creación de las becas
“Leonor Serrano Pablo” dirigidas a las víctimas de la violencia de
género (tanto mujeres como sus hijas e hijos) que deseen cursar estudios
universitarios, subvenciones para luchar contra la trata y en general el
sistema prostitucional, lidiar contra la discriminación múltiple y ayudar a las
asociaciones de mujeres, sin olvidar la campaña de las Misiones
Pedagógicas por la Igualdad, emulando aquellas emblemáticas misiones
de la II República, para prevenir la violación en cita bajo el lema Sin
un SÍ es NO.
La lucha contra la violencia de género no
se puede concebir fuera de un compromiso amplio y firme con la igualdad y su
materialización a través de políticas y decisiones.
En ese periodo, la región aprobó una de
las que se suponen leyes más avanzadas contra la Violencia de Género, ¿qué
novedades trajo consigo?
Siempre digo que esta ley ha sido la más
participada de la historia de Castilla-La Mancha. Su elaboración conllevó tres
años de trabajo y de diálogo constante con la sociedad civil para sacar
adelante una norma de consenso, valiente, con medidas identificables y
presupuesto para la ejecución de las mismas.
Además, la ley para una sociedad libre de
violencia de género se articuló junto a otros ejes fundamentales, como el II
Plan Estratégico para la Igualdad entre Mujeres y Hombres de Castilla-La Mancha y
la Estrategia para la Prevención, Sensibilización y Concienciación
sobre la Violencia de Género y la Promoción de la Igualdad, todo ello en un
contexto de implementación de la transversalidad de género al máximo nivel,
motivo por el que como directora del Instituto de la Mujer formé parte, con
pleno derecho, del Consejo de Gobierno, lo cual favoreció la movilización de
recursos de todas las Consejerías.
A mi juicio, uno de los avances más
relevantes de la ley es que se reconocen otras manifestaciones de la violencia
sobre las mujeres además de la que se produce en el ámbito de la pareja y
expareja, otorgándoles más visibilidad y atención especializada, como es el
caso violencia sexual y del comercio sexual.
La educación, la prevención y la
sensibilización son pilares principales de esta ley. De hecho, una de las medidas más significativas y novedosas es la de la
puesta en marcha en el plazo de dos años de una asignatura obligatoria con tres
objetivos primordiales: promover la igualdad entre las chicas y los chicos,
prevenir la violencia de género y, muy importante, apostar por una educación
sexual integral basada en la salud y la responsabilidad. Por otra parte, se
incide notablemente en la importancia de las campañas de sensibilización acerca
de todas las formas y manifestaciones (que no son los mismo) de la violencia de
género, así como en la cooperación con los medios de comunicación con el fin de
transmitir imágenes positivas y no estereotipadas de las mujeres
Entendimos que la Administración tiene una
responsabilidad institucional ante la violencia machista, por lo que en casos
de asesinato se seguirá ejerciendo la acción popular y cuando la víctima
tuviera criaturas, a estas se les considerará en situación de orfandad absoluta
a los efectos de la ley autonómica, aunque el padre asesino siguiera vivo.
Además, se contemplan más recursos y ayudas para las mujeres víctimas, así como
para sus hijas e hijos, que también son víctimas directas. En la actualidad,
Castilla-La Mancha es la única comunidad autónoma que garantiza por ley ayudas
económicas hasta el cumplimiento de la mayoría de edad para menores cuyas
madres hubieran sido asesinadas por la violencia de género, y también se
establecen ayudas para las personas en situación de dependencia que dependieran
de ellas.
Los recursos y servicios dirigidos a la
igualdad se ven reforzados y también aquellos orientados a aumentar la
autonomía de las mujeres que sufren violencia de género, teniendo en cuenta dos
enfoques: el de la discapacidad y el de la ruralidad, pues no se puede obviar
que Castilla-La Mancha es una comunidad eminentemente rural y que hay que
garantizar a todas las mujeres el acceso a dichos recursos y servicios.
En lo que llevamos de 2020, 11 mujeres y
una niña han sido asesinadas y esa es sólo la parte más visible de la violencia
contra la mujer, ¿realmente sirven para algo esas leyes? ¿Qué está fallando
para que siga existiendo este tipo de violencia?
De las leyes que promueven la igualdad nos
beneficiamos no solo las mujeres, sino toda la población, así que acabar con la
violencia sobre las mujeres es una responsabilidad que concierne a toda la
ciudadanía, tanto a sus instituciones como a sus miembros (incluidos los
hombres). La verdad es que Castilla-La Mancha, sin ser la
comunidad más rica de España, siempre ha estado a la vanguardia de la igualdad
y las medidas con enfoque feminista.
Sinceramente, creo la sociedad española
está mucho más concienciada acerca el problema que supone la violencia de
género, tanto en lo que atañe a sus víctimas como en las consecuencia sociales
que el machismo comporta. No obstante, la violencia de género no ha
desaparecido, muy al contrario, se sigue expandiendo a través de los espacios
tradicionales y también de otros más recientes, como son las redes sociales.
Es preciso construir una sociedad más
igualitaria, pues el machismo engendra, legitima y perpetúa la violencia de
género. Así que creo que es necesario llamar a las cosas por su nombre, sin eufemismos
ni medias tintas, pues solo identificando y nombrando el problema, este puede
ser erradicado. Asimismo hay que señalar a los agresores, maltratadores,
violadores, prostituyentes, acosadores, así como aquellas personas que se
convierten en cómplices, con su acción o silencio, de esta vulneración de los
derechos y libertades de las mujeres. También quisiera insistir en mi
convencimiento de que la mercantilización de los cuerpos de las mujeres, como
el comercio sexual o el alquiler de vientres, es una forma de violencia de
género.
La coeducación es imprescindible, pues no
hay nada más alejado del adoctrinamiento y más cercano a la libertad que educar
en igualdad.
En la actualidad, tenemos a una parte de
la sociedad cuestionando y negando la violencia de género, ¿qué opina de esto?
Me entristece que haya personas, sobre
todo si ocupan puestos de responsabilidad pública, que renieguen del feminismo,
pues este no es más (ni menos) que la reivindicación de la igualdad plena y
efectiva entre mujeres y hombres. Sintetizando las palabras de mi
admirada Clara Campoamor, ni un deber más ni un derecho menos.
La reacción de algunos sectores frente a
las políticas de igualdad entre mujeres y hombres, que al fin y al cabo son de
las que se desprenden las medidas contra la violencia de género, resulta
preocupante y por qué no decirlo, en muchos casos indignante. Dadas las
evidencias científicas de las que disponemos para visibilizar y explicar la
violencia de género, negar la existencia de este gravísimo problema social es
mucho más que un acto de irresponsabilidad, pues en mi opinión socava los
cimientos de la democracia, la cual no puede ser plena si la mitad de la
población se enfrenta a desigualdades de carácter estructural cuya expresión
más dramática es la violencia machista.
Me cuesta creer que alguien que tenga
convicciones democráticas profundas y un mínimo de conocimiento técnico de lo
que la igualdad implica se pueda oponerse cabalmente a la normas y medidas en
contra de la violencia de género. No creo que sea casualidad que esos grupos
negacionistas también cuestionen la crisis climática o el franquismo como un
régimen dictatorial, por poner solo dos ejemplos.
Los avances son siempre más lentos de lo
que nos gustaría y además, cada vez que se da un paso hacia delante, surge una
reacción virulenta que trata de cuestionar, incluso ridiculizar, esos logros.
Ciertamente no hay nada nuevo bajo el sol, quien conozca la historia del
feminismo sabe que tristemente siempre ha sucedido así, que los obstáculos a
los que nos hemos tenido que enfrentar en la conquista de la igualdad suelen
poseen la misma naturaleza.
Fijaos que Castilla-La Mancha fue la
primera región de Europa en aprobar una ley que entonces, en 2001, se llamó de
Prevención de Malos Tratos y Protección a las Mujeres Maltratadas, abordando
por primera vez la violencia en el ámbito de la pareja y expareja. A pesar de
la polémica que su momento se levantó, esa ley fue un referente no solo para
otras normas de rango autonómico, sino para Ley Orgánica de Medidas de
Protección Integral contra la Violencia de Género de 2004, que a su vez ha
supuesto un ejemplo en el ámbito internacional. Lo que entonces fue polémico,
hoy está aceptado de una manera abrumadoramente mayoritaria.
Por ello es importante insistir en la
relevancia que tiene la concienciación social en torno a las desigualdades
basadas en el sexo de las personas. Solo así podremos aumentar nuestra
capacidad para poderlas identificar, darles visibilidad y, finalmente, disolverlas.
En este sentido, pienso que avanzar en la coeducación es
imprescindible, pues no hay nada más alejado del adoctrinamiento y más cercano
a la libertad que educar en igualdad.
Su labor le llevó a ganar el Premio
Francisca Pedraza, ¿qué sintió tras ese reconocimiento?
La verdad es que estoy muy contenta y
sobre todo, muy agradecida. Fue una sorpresa recibir este premio, pues unas
amigas presentaron mi candidatura sin que lo supiera, así que imaginaos qué
emoción sentí cuando me comunicaron que la galardonada de este año era yo, más
cuando he asistido a todas las ediciones desde que por primera vez se otorgó al
presidente Rodríguez Zapatero. Sin duda es un reconocimiento coral y compartido
con todas las personas, sobre todo mujeres, que en la pasada legislatura
contribuyeron a relanzar las políticas de igualdad en Castilla-La Mancha y a
elaborar una ley que sirviera de garantía legal a todos los avances que
mediante el diálogo y el consenso, como ya he apuntado en una pregunta
anterior.
Me gustaría recalcar que la lucha contra
la violencia de género no se puede concebir fuera de un compromiso amplio y
firme con la igualdad y su materialización a través de políticas y decisiones.
Afortunadamente, la violencia sobre las mujeres y sus criaturas ya no es un
problema ceñido al ámbito de lo privado, de lo familiar, pero es cierto que en
numerosas ocasiones permanece silenciada, invisibilizada, incluso reforzada y
normalizada. Como trabajadora social he conocido a mujeres que tenían tan
normalizado su papel subordinado respecto a sus parejas que no eran conscientes
de la violencia psicológica, física, sexual, incluso económica que padecían.
También es frecuente que muchas mujeres agredidas sexualmente sientan que han
sido ellas quienes han provocado la situación. Y qué decir de las mujeres
prostituidas, excluidas y señaladas por la sociedad, pero no así los
prostituidores, que con su “consumo” se hacen cómplices de las mafias que
trafican con las vidas de millones de mujeres.
Las víctimas de la violencia de género
cuentan con magníficas profesionales, servicios y recursos cualificados para
poder salir de la difícil rueda de la violencia de género, pero deben sentir el
amparo de toda la sociedad. En el caso de Castilla-La Mancha, por ejemplo,
contamos con catorce recursos de acogida, plazas específicas para los casos de
trata, un centro de atención y valoración, un servicio específico de atención a
menores víctimas de la violencia de género, recursos especializados para los
casos de agresión sexual, ochenta y cuatro centros de la mujer para ofrecer un
servicio integral a toda la población femenina, que se han visto reforzado en
el medio rural, además de un servicio telefónico de atención permanente
ante los casos de violencia de género y de agresiones sexuales, la línea
gratuita 900 100 114, a la que pueden llamar no solo las víctimas, sino también
su entorno para recibir más información y saber cómo actuar.
En cualquier caso, insisto en que es
fundamental que las víctimas sientan el apoyo de la sociedad. El debate falaz
que irresponsablemente se intenta introducir sobre las denuncias falsas o la
pretendida confusión de la violencia de género con otras formas de violencia
como es la intrafamiliar crea inseguridad en las víctimas. La violencia de
género es un auténtico terrorismo machista, ahí están la cifras para quien
tenga dudas; ahora que cunde el miedo ante cierto virus, recordar la OMS indica
que la violencia que se ejerce específicamente sobre las mujeres y las niñas es
una verdadera pandemia mundial.
Se dice que la historia la han escrito los
vencedores. Me atrevo a añadir, que hasta hace bien poco solo la escribían los
hombres.
Además de su pasado político, la hemos conocido por sus hilos en Twitter en los que recupera figuras femeninas a la largo de la historia, ¿cómo se le ocurrió hacerlos? ¿Por qué?
La verdad es que siempre me ha interesado la genealogía feminista y, en general, la historia de las mujeres. La educación, el acceso libre a los estudios superiores y a las profesiones, el sufragio femenino, los derechos sexuales y reproductivos, etc., no se han logrado por el mero transcurrir del tiempo, sino por la acción organizada de muchas mujeres y hombres aliados.
Al llegar al Instituto de la Mujer de
Castilla-Mancha, me pareció que disponíamos de una excelente plataforma para
hacer un poco de justicia histórica -como diría Laura Freixas- con
aquellas mujeres ilustres que nacieron y vivieron en lo que hoy es Castilla-La
Mancha, pero que lamentablemente fueron olvidadas o directamente ignoradas. Mi
objetivo era crear la Enciclopedia de las Mujeres Ilustres de Castilla
La-Mancha “Oliva Sabuco”, el problema era que no teníamos presupuesto para
ello. De este modo, los fines de semana empecé a indagar sobre la historia de
diversas mujeres de las cinco provincias de la región y así, desde 2016, fuimos
conformando la Enciclopedia semana a semana, sin que costara dinero al
Instituto de la Mujer.
Cuando me fui el Instituto, esta actividad
ya se había convertido en una verdadera afición. Considero que es muy difícil,
por no decir imposible, interpretar nuestro presente y trazar proyectos hacia
el futuro si no conocemos nuestro pasado. Pues bien, pensé que podría
contribuir a generar referentes femeninos a través de los hilos de Twitter,
estando unos dedicados a la semblanza de mujeres y otros a historias
feministas.
¿De dónde saca toda esa información?
En estos momentos, estoy volcada en la
realización de mi doctorado, con cuya línea de investigación trato de
determinar los nexos entre la historia de la educación y la lucha por la
igualdad de las mujeres.
Como podréis imaginar, paso mucho tiempo
leyendo, estudiando e investigando. He de acudir a archivos de muy diversa índole,
reviso bibliografía de lo más variopinta y, en ocasiones, me encuentro con
personas que me ponen sobre la pista de nombres o acontecimientos históricos
que pudieran ser interesantes; en estos casos voy siguiendo el rastro hasta dar
con información relevante, algunas veces asombrosa, pero hay ocasiones en las
que el resultado de las pesquisas me lleva a descubrimientos que no era capaz
siquiera de intuir. Lo que os puedo asegurar es que siempre, siempre, estas
mujeres me enseñan algo maravilloso. Su ejemplo, valentía y contradicciones me
hacen sentir feliz y orgullosa de todas ellas.
La mayor parte de esas mujeres eran unas
desconocidas para nosotros hasta que leímos sus hilos, ¿por qué no aparecen
esos nombre en nuestros libros de texto?
Se dice que la historia la han escrito los
vencedores. Me atrevo a añadir, que hasta hace bien poco solo la escribían los
hombres. El ámbito del saber pertenece a la esfera pública,
en la que también se engloba el trabajo remunerado y la toma de decisiones, en
definitiva, el poder. Hasta hace unas décadas, esta esfera tradicionalmente se
había reservado a los varones, dejando a las mujeres relegadas a la esfera
privada, aquella dedicada al ámbito doméstico y de los cuidados, que acarreaba
la subordinación al padre primero y al marido después.
Las cosas han cambiado mucho, pues las
mujeres ya pueden estudiar, trabajar y votar. También pueden participar en la
política y en otros espacios de poder, pero… ¿lo hacemos en igualdad con los
hombres? La brecha salarial es una injusta realidad, así como que la
precarización del empleo afecta más a las mujeres que los hombres. Las tareas
domésticas y de cuidados están más compartidas que en el pasado, pero las
mujeres siguen dedicando más horas a las mismas, restándoselo a su tiempo
personal y, además, se ocupan mayoritariamente de las tareas más penosas. Hoy
en día hay más mujeres en política, pero los datos nos muestran que su
participación es menor que la de los hombres, y ya no digamos en el ámbito de
la empresa. Precisamente la democracia paritaria nos interpela en el sentido de
que si las mujeres constituimos la mitad de la vida y de la sociedad, ¿no
deberíamos estar representadas en igual proporción en los ámbitos donde se
toman decisiones que también nos afectan como ciudadanas? Hoy en día no es
creíble que no haya mujeres suficientemente preparadas para participar de una
manera similar a los hombres.
Vivimos en una aparente mayor libertad
sexual, pero lo cierto es que en nuestro país cada ocho horas se viola a una
mujer. En el 80% de los casos las agresiones sexuales no las perpetra un
desconocido, sino un hombre del que se fía la víctima. Sin embargo, estas
situaciones tienden a silenciarse porque es frecuente que se acuse a la víctima
de haber propiciado la agresión debido a su actitud, forma de vestir, etc.
Si nos referimos a la violencia de género
en el ámbito de la pareja, observamos con preocupación que hay jóvenes que
confunden los celos y el control con el amor. Chicas y chicos, el amor ha de
servir para apoyarnos mutuamente y crecer libremente como seres humanos. Si una
relación te coarta, te vigila, te separa de tus amistades o te coacciona para
hacer lo que no quieres, no es amor y con el tiempo, lejos de cambiar, puede
que la cosa empeore.
En fin, podríamos poner muchos ejemplos de
que la desigualdad, aunque mitigada respecto a tiempos pretéritos, sigue
presente en nuestra sociedad y consecuentemente, también el androcentrismo de
los libros de texto. Además, el machismo posee la cualidad de mutar
para adaptarse a los nuevos tiempos, haciendo pasar por moderno y liberal
cuestiones que no hacen sino amarrar a las mujeres a las constricciones de
siempre. Ejemplo de ello es la prostitución y los vientres de
alquiler.
En este sentido, hacer visibles a
las mujeres desde un enfoque feminista implica iluminar sus contribuciones
al desarrollo de la sociedad y a su sostenimiento, pero también supone
explicitar los obstáculos que desde tiempos inmemorables hemos tenido que ir
afrontando. Es decir, hay mujeres desconocidas que por derecho propio
deberían aparecer en los libros de historia, pero también es preciso poner en
valor que han sido las mujeres y sus funciones tan poco valoradas las que han
facilitado que los hombres pudieran ocupar los espacios socialmente valorados.
¿Alguien piensa que una sociedad podría mantenerse sin los cuidados que
mayoritariamente dispensan las mujeres de manera gratuita, renunciando en
muchas ocasiones a progresar en su carrera profesional? Bien, hay una
manera de acabar con este desequilibrio: la corresponsabilidad.
Hacer visibles a las mujeres desde un
enfoque feminista implica iluminar sus contribuciones al desarrollo de la
sociedad y a su sostenimiento, pero también supone explicitar los obstáculos
que desde tiempos inmemorables hemos tenido que ir afrontando.
Si tuviese que escoger entre los hilos que
ha escrito uno, ¿cuál sería y por qué?
Ufff, me resulta complicado escoger uno
solo, pues todos representan un trozo de nuestra historia (no solo de la
historia de la mujeres, sino de la historia universal que hacemos los seres
humanos y que desde el presente tratamos de reconstruir), no obstante, si
tuviera que elegir, tal vez fuera el dedicado a uno de mis momentos históricos
favoritos: la Convención de Seneca Falls y su maravillosa Declaración
de Sentimientos, que tuvo lugar en el año de lar revoluciones, la llamada
primavera de los pueblos, 1848.
Siempre he pensado, claro que desde mi perspectiva personal y profesional,
que las promotoras de Seneca Falls ejercieron una suerte de trabajo social
comunitario, luchando y argumentando en contra de la esclavitud, pero sobre
todo tomando conciencia de que los derechos de ciudadanía también debían ser
disfrutados en plenitud por las mujeres y que para conseguirlo, tenían que
organizarse y defenderlos ellas mismas. Así, por primera vez en la historia
podemos observar nítidamente a esas mujeres reconociéndose como sujetos
políticos a través de la reivindicación del sufragio, propiciando el acto
fundacional de la denominada segunda ola feminista.
Además, soy de un pueblo de Guadalajara,
Cifuentes. ¿Y qué tiene que ver Seneca Falls con Cifuentes? En realidad no
mucho, pero siempre me ha resultado fascinante que un acontecimiento que marcó
la Historia -aunque entonces su repercusión fuera limitada-, no se desarrollara
en un gran municipio o en una capital importante, sino en un pequeño pueblo
como el mío.
Le proponemos un reto, escribir su propia
historia a través de un hilo de twitter, ¿qué debería
aparecer? Y sobre los twits relacionados sobre su futuro, ¿qué le gustaría que
apareciese en él?
Todo comenzó en la sala infantil de la
Biblioteca Pública de Guadalajara. Vivía en el popular barrio de Los
Manantiales, lejos del centro. Entonces no existían las ludotecas, por lo que
mi madre nos dejaba a mi hermano y a mí leyendo libros mientras hacía sus
recados (1/5).
Por alguna extraña razón, cuando acudía a
la Biblioteca, el primer libro que leía era siempre el mismo. Estaba
ilustrado con unas elefantitas de un bonito color rosa. Yo no lo sabía, pero
Adela Turin y Nella Bosnia me acababan de descubrir el feminismo. El libro era Rosa
Caramelo (2/5).
De adolescente, en el Instituto, además de
fotografías de mis ídolos, pegaba en las carpetas anuncios del Instituto de la
Mujer de España en el que se nos animaba a ejercer la profesión que más nos
motivara, sin imponernos límites por ser chicas. Había gente que no lo
entendía, pero me gustaba hacerlo (3/5).
Ya en la Universidad, tomé contacto con
organizaciones feministas y comprobé que no eran raras, ni extremistas, ni
feas. Sencillamente eran mujeres jóvenes con ganas de cambiar el mundo, todas
diferentes pero todas iguales en dignidad y derechos (4/5).
Al acabar la carrera tuve distintos
trabajos y finalmente acabé en Honduras, pero no en la isla de ese famoso
programa televisivo de supervivencia, sino en otro programa bien distinto: uno
de cooperación internacional que incorporaba el enfoque de género. El resto de
mi vida ya la conocéis, más o menos (5/5).
En cuanto a cómo me gustaría que fuese el
futuro, prestad atención, vosotras y vosotros y las generaciones que os sucedan
podéis hacer que sea una realidad:
Ya soy una mujer mayor, vamos, una
viejecilla. He vivido el tiempo suficiente para ver cómo las jóvenes disfrutan
de mayores cotas de igualdad. Todavía queda camino por recorrer, ¡¡¡pero esto
ya es imparable!!! Me siento satisfecha de haber contribuido a llegar hasta
aquí (1/3).
Hemos avanzado en igualdad y estamos
consiguiendo erradicar la violencia de género. También hemos logrado frenar el
cambio climático y los seres humanos se comportan con mayor respeto y
solidaridad. Seguramente me muera pronto junto con mi gatilla, ¡pero cuánto
están cambiando las cosas! (2/3).
Ya no se tortura a los animales y se va
recuperando la biodiversidad. Por fin hemos entendido que el ser humano es
Cultura y Naturaleza, por lo que esta no es de su propiedad. Se está alumbrando
una nueva etapa histórica y las mujeres la están protagonizando junto con la
otra mitad del mundo (3/3).
Alumnos
1º Bachillerato B